No puedo decir que desde pequeño tuve interés por la electricidad. Quiero ser honesto conmigo mismo y pensar que cuando se es adolescente no se tiene la certeza, la madurez, la sabiduría para saber qué quiere uno hacer con la vida. Recuerdo que uno de mis primos echó mano del e-learning de aquellos años y eso marcaría mi vida.
Hemphill School
No tengo idea cómo llegó publicidad de cursos a distancia, impartidos por Hemphill School, a ese perdido rincón llamado Cantón El Cobanal. Solo puedo suponer que fue mi tía Mercedes la que pensó que pagar cursos de formación profesional a sus hijos era una buena inversión. Uno de mis primos estudió un curso de electrónica básica. Aún conservo uno de aquellos folletos. Luego, recuerdo, le quedó el gusanillo y lo mandaron a estudiar los fines de semana un curso de reparación de radio y TV, a un lugar llamado ENSETEC. Creo que fueron las aficiones de mi primo las que me salpicaron la curiosidad por la electricidad. Luego, supongo, los adultos decidieron por mi. Creyeron que yo valdría para eso. Cuando tocó estudiar bachillerato, mi padre creyó que matriculandome en el Instituto Técnico Industrial procuraba la mejor educación para mi. Para él fue como enviarme al Tecnológico de Massachusett. Y en cierta forma lo fue, pues, para mi, alguien que nunca había viajado solo a San Salvador aquello fue toda una experiencia (digna de otro post).
Charles Atlas y los métodos africanos de alargamiento de cuello
No todo el e-learning con el que tuve contacto fue de provecho. Por ejemplo, otro primo tuvo intereses menos prometedores profesionalmente. El se interesó por su apariencia física y se las arregló para conseguir el método de Charles Atlas. También, por otra parte, mi prima preocupada por que después de alcanzar el metro con cincuenta centímetros dejó de crecer recurrió a otro curso e-learning. No sé cómo llegó a sus manos un método para alargar el cuello. El método estaba basado en la técnica africana de alargamiento de cuello. Con manual en mano se sometía a unas sesiones que nos ponían a varios de nosotros muy nerviosos. No creo que llegase a ganar nada de altura, pues para mí siguió siendo esa pequeña gran persona.
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