A lo largo de estos últimos años he hablado con todo tipo de gente sobre la baja tasa de graduados y el largo tiempo que lleva obtener un título de ingeniero o de arquitecto. He aprovechado cada oportunidad para introducir el tema. Desde muy arriba, en el MINED a burócratas de élite. Hasta muy abajo, en la UES a colegas que vivimos este drama día a día. En general, casi siempre me he quedado con la percepción de no ser entendido o de no saber transmitir el mensaje.
Si tomamos como muestra los datos calculados para una de las carreras de la FIA, únicamente alrededor del 4% del total que ingresa obtiene su título en un tiempo inferior a los 9 años.
Las consecuencias de esta situación tienen un impacto muy negativo en la sociedad. No solo se afecta al joven que ve pasar los años sin poder incorporarse de lleno a la actividad económica, sino también a las familias que apoyan esa educación y al estado que subvenciona la misma. Todos perdemos.
Creo que en lo que comentas, Carlos, se evidencia un problema de comunicación que ahora se ha puesto de moda llamar "problema de pedagogía". Cuando el interlocutor no entiende una verdad evidente, sea que estamos explicando una ecuación diáfana y clarísima en clase, o unos hechos incontestables a un responsable político, lo más probable es que estemos, sin saberlo, utilizando un "código incomprensible" para el destinatario, que no cuadra con lo que "puede asimilar". Esto nos debe llevar a reflexionar sobre el proceso de comunicación desde el punto de vista del receptor, cosa que se descubrió en Semiótica a lo largo del siglo XX (con la creación de la Teoría de la Recepción), y que ha dado muchos frutos en el mundo de la comunicación audiovisual. Para quienes buscamos captar la aquiescencia, la colaboración y la compresión de quienes nos escuchan, esto nos debe llevar a reflexionar sobre "¿qué es lo que esta persona que tengo delante es capaz de entender, qué espera, para qué está preparado?", y adaptar nuestros datos y nuestro lenguaje. ¡Un gran desafío!
ResponderEliminar