domingo, 23 de agosto de 2015

Campaña Sucia (II)


Hace ya casi dos meses me acerqué a visitar a un colega que trabaja en una de las oficinas que conforman la administración central de la universidad. Este colega es un tipo muy inteligente, con mucha experiencia de mundo. Es capaz de burlarse de sí mismo y de los demás al mismo tiempo. Durante unos minutos hablamos sobre los posibles candidatos a competir por el cargo de rector. Me sorprendió cuando me dijo que una de las posibles candidatas lo iba a tener difícil, sino imposible, por haber sido etiquetada como miembro de los servicios secretos americanos: ¡La CIA, vamos! Me quedé estupefacto. Le repliqué que esta funcionaria tenía años de ocupar cargos dentro de la burocracia universitaria. Que si querían cuestionarla únicamente habría que revisar su desempeño. Me respondió, con una risa burlona tirando a sorna, que lo de la CIA era más efectivo.

No sé si es la naturaleza humana la que empuja a querer acabar con el adversario de un plumazo. Y si para ello hay que utilizar la trampa, el engaño y la calumnia, pues, se hace y punto. 

Mis intenciones de querer ser candidato a decano por la facultad han sido ya expuestas a los tres sectores que, según la legislación universitaria, tienen el derecho a expresarse: estudiantes, profesores y profesionales no docentes. Entiendo que como seres humanos tenemos preferencias por ciertas personas. Comprendo que el calor de una campaña levante algún tipo de pasión entre los contendientes y sus bases. También, entiendo que se critique el trabajo del adversario. Perfectamente, asumo que en una campaña no se lancen versos ni sonetos. Pero lo que ya no puedo compartir es que la base de la competencia esté fundada en la triquiñuela, la calumnia y la mentira. 

Querer endosarme una carta como la que comenté en mi publicación anterior es querer reducir el nivel de debate al de primates. Una facultad de ingeniería y arquitectura se merece algo mejor que eso. Tenemos grandes problemas por resolver. Sobre ellos hay que construir soluciones.


3 comentarios:

  1. Se puede llegar a pensar que el juego sucio se debe combatir con más juego sucio, como nos tiene acostumbrada la política en todo el planeta. Sin embargo, yo creo que no es así: al juego sucio se le combate con hechos y verdades. Y, si se pierden las elecciones debido a una campaña en contra de este tipo, uno no tendrá nada de lo que arrepentirse. Sin embargo, pensemos por un momento que se gana tras una campaña sucia en la que nos hemos manchado hasta el último cabello: ¿ha merecido la pena?, ¿podemos solicitar de los demás su buena disposición para avanzar y lograr un cambio cuando nos hemos dedicado a emponzoñar, haciendo de la victoria un fin en sí mismo, sin respaldo ético ni honestidad? Sin duda, la rectitud es la respuesta, porque, a la postre, aun perdiendo, vence.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu opinión. Y como tú lo dices, la rectitud es la respuesta.

      Eliminar
  2. Completamente de acuerdo contigo Francisco,si algo hemos hablado con "El Doc", aunque para mi es Carlos,es que en todo este proceso,en esta experiencia de vida, lo importante es lo que quedará en nuestras memorias.Independientemente de los resultados de las votaciones, lo fundamental es saber que has hecho las cosas correctamente, con honestidad y honor, porque aunque suene a valores ya del medievo,en esta contienda se hacen indispensables para seguir adelante con nuestras vidas.Así pues si se ganan las elecciones, lo celebraremos, por la gente que apoyó el proyecto y por el reto que vendrá, y si se pierde, igualmente lo celebraremos, porque se habrá aprendido del momento y se habrá salido victorioso como persona.

    ResponderEliminar