Su nombre era Juan José. Era un chico introvertido. Le conocí cuando era alumno de cuarto año. Creo que pasaba por un mal momento en sus estudios. Tenía atragantada una de las electrónicas y esa situación le descompensó todo su programa de estudios. Era exalumno del programa jóvenes talento. Casi al mismo tiempo, conocí a otros dos exalumnos de ese programa que habían empezado sus estudios en la FIA pero, al sentir que no progresaban, tomaron la decisión de cambiarse de carrera. También, por esas fechas, teníamos a una estudiante, exalumna del mismo programa, que decidió cambiarse de carrera.
Recientemente me enteré que Juan José era originario de Corinto, Morazán. Tenía concedida una "Beca Excelencia", con fondos provenientes de la privatización de ANTEL. Y que nunca acabó sus estudios de ingeniería eléctrica. Por el contrario, otros jóvenes que consiguieron la misma beca, pero que escogieron como destino universidades extranjeras, concluyeron satisfactoriamente sus estudios.
¿Cómo es eso que estudiantes con el mismo perfil académico, receptores de un mismo tipo de beca, triunfan en el extranjero, pero fracasan en nuestra universidad? La respuesta a esta interrogante la han estudiado muchos educadores y científicos sociales. Resulta que, para un mismo perfil de estudiante, una mala institución tiene altas probabilidades de conducirle al fracaso. Por el contrario una buena institución, tiene mejores probabilidades de conducirle al éxito.
Muy probablemente, Juan José hubiese acabado su carrera en el MIT, en Stanford o en el CalTech. Pero, un chicho de Corinto quizá nunca creyó que tenía que irse al extranjero para poder triunfar. Su red de contactos era muy limitada, quizá, incluso, unos padres humildes con poco acceso a información, poco o nada podían hacer para orientarlo.