Valencia es la ciudad del petardo. Me atrevería a decir que quizá llegará a alcanzar el título, si alguna vez lo adjudican, de capital europea del petardo. No sé si exista otra ciudad europea con esa afición. Sé por un amigo húngaro que algunas ciudades en su país se enloquecen con los cohetes. Sin embargo, Valencia ha masificado su uso. Bodas, bautizos, comuniones, fiestas de barrio y verbenas usan y abusan de la pólvora. El evento culmen a la pirotecnia lo protagoniza la mascletá, composición ruidosa y a la vez rítmica de cohetes de gran potencia.
Mascletá en una de las calles céntricas de Valencia, Fuente Wikipedia.
Y sin embargo, a diferencia de los países hispano-parlantes del otro lado del atlántico, durante la cena de navidad y durante todas las celebraciones de navidad no se escucha ni un solo cohetillo. Nadie sube el volumen a la música, pues en general a nadie se le ocurre poner música para amenizar una fiesta familiar. El único volumen que sube un poco es la voz de las personas. En general aquí la gente habla muchos decibelios por encima de lo que mis oídos toleran. Y la tertulia con ese grado de sonoridad acaba afectando mi cabeza.
Pero, no todo es solemnidad y aburrimiento. La gente joven que desea el ruido, en general, después de cenar, es decir, después de la media noche, se va a las discotecas.
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