Saber vivir la vida no es cosa sencilla. No es necesario tener mucho dinero para saber disfrutar del tiempo y de la compañía de otras personas. Y en cómo saber vivir la vida admiro mucho a los españoles. Observando los hábitos de consumo en una terraza noto que con poco dinero pueden pasar horas charlando en una terraza.
Muchas de las personas que aprovechan "un día bueno" de invierno, es decir, uno donde haya un poco de sol para poder estar fuera sentado en una terraza, gastan apenas lo de una taza de café, una taza de té o una cervecita. Y ahí pueden estar una, dos y hasta tres horas charlando. Luego, se marchan a sus casas a comer.
Por el contrario he observado como las clases medias urbanas de las ciudades salvadoreñas prefieren los centros comerciales y los locales de comida rápida. Esa decisión tiene, entre otras, dos consecuencias visibles. La primera es de tipo económico pues los presupuestos familiares que se destinan no son nada despreciables. La segunda es de implicaciones a la salud. Me da la impresión que la obesidad, debido a una mala alimentación, se está volviendo un problema de salud pública. En fin, saber vivir no es tarea sencilla.
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