Encontrándome, hace dos años, en esta misma ciudad, recibí una noticia trágica: la muerte de una amiga. No estoy seguro de si he digerido su ausencia. Solo sé que su partida ha dejado un vacío en mi vida. Nuestra amistad duró dos décadas. Y aguantó los embates del tiempo, de la distancia y de nuestras respectivas circunstancias personales.
No la recuerdo como compañera de clase, aunque no me cabe duda que habremos compartido varias asignaturas. Mis primeras memorias de ella corresponden a su faceta deportiva. La recuerdo corriendo por las polvorientas pistas del antiguo estadio universitario, compitiendo en los juegos interfacultades y entrando a las aulas con sus ropas de deporte. Luego, en mi memoria hay recuerdos, de cuando empezamos a trabajar en la FIA, como instructores. Muchas actividades académicas y sociales solidificaron nuestra amistad.
Me da mucha pena pensar que una vida tan joven, tan llena de proyectos de vida y tan generosa se haya perdido. A dos años de tu muerte, te sigo echando de menos.
Me da mucha pena pensar que una vida tan joven, tan llena de proyectos de vida y tan generosa se haya perdido. A dos años de tu muerte, te sigo echando de menos.
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