El día de ayer casi al final de la mañana, muy visiblemente afectado, se me acercó un estudiante. Llevaba encima una mochila repleta de copias de su trabajo de graduación. Copias impecables, acabadas de encuadernar, todavía con olor a plástico de ese que se utiliza para forrar cuadernos. Me explicó que si no entregaba inmediatamente esas copias tendría que empezar de nuevo ese tedioso trabajo de desencuadernar y reencuadernar todas las copias. La razón era que ese mismo día tomaba posesión el nuevo rector de la UES. Cada copia de trabajo de graduación lleva estampada en su interior una larga lista de burócratas universitarios, lista encabezada por el nombre del rector.
De no haber sido por aquél asustado estudiante, perfectamente hubiera desempeñado mi día de labores ignorando aquel acto que otrora fue un acontecimiento de trascendencia nacional. La intrascendencia del acto se debió a la poca importancia que tuvo tanto dentro como fuera de la comunidad universitaria. Sin embargo, creo que el evento cobrará relevancia en el futuro. Hace mucho tiempo, en octubre de 2015, escribí sobre este tema. El resultado de la elección de 2015 dejó como ganadora a Ana María Glower. Y sin embargo, mediante el recurso de impugnación el ahora rector, finalmente, se hizo con la rectoría. Ser rector habiendo perdido el voto de la comunidad universitaria es muy problemático. La sombra de la usurpación sobrevolará sobre ese edificio de cuatro plantas que alberga la oficina del representante universitario.
Los hechos ahora son como son: Nuevo rector, nueva administración. Si el nuevo rector tiene éxito en lo que queda de tiempo, pues, la universidad tendrá éxito. Por el bien del país espero que se anteponga uno de los grandes objetivos de la universidad: ayudar a la sociedad. Los resultados de la buena universidad deben traducirse en ayudar a que este país no siga siendo lo que hasta hoy ha sido: una sociedad injusta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario