Sus antiguos amigos aún le llaman Petrov. Un nombre que hace referencia a su pasado de alcohólico. Entiendo que Petrov hace años que se alejó de la bebida y de los amigos que la incitaban. Ahora Petrov se toma la vida con mucha calma. Petrov quizá fue de aquellos que vio la muerte muy de cerca. Ahora vive cada día como si fuera el último, sin prisas. Petrov aún sigue siendo profesor.
Casi cada semana me encuentro a este colega paseando en solitario. Únicamente solemos intercambiar un amistoso saludo. Sin embargo, recuerdo aquel día que nos entrecruzamos. Durante más de cinco minutos coincidimos en la misma ruta. Aquella casualidad permitió que por primera vez intercambiáramos algunas palabras. Se quejó de la deficiencia del estudiante que accede a la universidad. Para ilustrar su punto de vista me hizo un símil. Se comparó asimismo con una cortadora textil del tipo industrial, de esas que usan en las grandes naves textiles salvadoreñas. Por supuesto, el estudiante era la materia prima. La tela que había que moldear. Según él, una tela que al primer contacto con la cortadora se hacía trizas.
Me dije a mi mismo: ahora entiendo cuál es el mecanismo de protección de esta persona: "La culpa no es mía, la culpa es de los que vienen a mí con la mala calidad de una retazo de tela."
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