jueves, 2 de junio de 2016

Encarando la adversidad (I)

Esta semana organizamos una charla para nuestros estudiantes de cuarto año. Como expositor tuvimos a uno de nuestros ex-alumnos más brillantes. A manera de introducción nos contó como surgió su interés por estudiar fenómenos que competen al campo de la bio-electricidad. Brevemente, a su manera, describió que su interés nació de la casualidad. Durante seis ciclos había encadenado una envidiable sucesión de éxitos académicos. Su expediente estaba inmaculado. Él y media docena más de compañeros encabezaban un selecto grupo que habían dejado muy atrás al pelotón de estudiantes que aún luchaba por mantenerse en la carrera. Pero, en el séptimo ciclo, una sucesión de variables, le condujo a reprobar su primera asignatura.

Reprobar una asignatura para más del 95% de los estudiantes de esta facultad no es una gran tragedia. Es, diríamos, casi la norma. Por ello, al observar las caras de los estudiantes que escuchaban la introducción de nuestro conferenciante, noté que no producía asombro alguno. Sin embargo, para él aquello significó la pérdida de una recién concedida beca. Aquella beca pudo haber quitado presión económica a la familia que hacía enormes esfuerzos por mantenerle estudiando.  

Debido al sistema rígido de prerrequisitos que caracterizan nuestros planes de estudios, suele darse la situación de que estudiantes de tiempo completo que tienen algún traspié se encuentran en la situación de casi  no poder inscribir asignaturas. Sin embargo, desde hace algunos años a esta parte, a solicitud mía, se introdujo la posibilidad de poder cursar asignaturas de libre elección teniendo como único prerrequisito un número limitado de unidades valorativas. Y fue aquí donde la historia de nuestro conferenciante y la mía se entrecruzaron. 

Llevando seis asignaturas durante su décimo ciclo pudo haber egresado en su tiempo. Pero nuevamente se le puso otro obstáculo. La administración, la burocracia no le dejó. Esto a pesar de que no pedía nada gratis. Solo quiso la oportunidad de probar que hay estudiantes que luchan, que no se amilanan, que están hechos de buena madera, que quieren terminar cuanto antes sus estudios y que quieren pasar a formar parte de la economía que mueve a este país.

2 comentarios:

  1. Muy interesante reflexión, Carlos. Está claro que los planes de estudios, y la burocracia que conllevan, deben adaptarse para facilitar la mejor formación y el éxito para los estudiantes que están capacitados y se esfuerzan.

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