Con cierta frecuencia publico ofertas de empleos que me llegan a través de mi red de contactos profesionales sean éstos conocidos o simplemente contactos a través de redes sociales. Entiendo la situación por la que pasan nuestros recién graduados o estudiantes que están apunto de terminar la carrera y que están en el proceso de búsqueda de su primer trabajo. Este proceso puede llegar a ser fuente de mucha frustración. Cada semana hablo con ellos. Un curriculum tras otro, en esta o en aquella empresa. Y cuando aparece alguna oportunidad piden experiencia, piden vehículo, imponen exigencias en cuanto a edad y en cuanto a género. A cambio se ofrece un salario miserable y unas jornadas de semi-esclavitud.
La economía no crece. Los salarios se han deprimido. La oferta laboral es raquítica. El número de empleos que se crea no se corresponde con el número de profesionales que demandan empleos. Todas esas variables convergen y producen como resultado profesionales mal pagados y poco motivados.
Y aquí es donde nuestros jóvenes, bajo la presión de esta encrucijada, deben de platearse diferentes escenarios, más allá de trabajar para una empresa. ¿Qué otras ofertas tiene un profesional joven? Pues una de ellas es estudiar o trabajar en el extranjero. Hace algunos años organizamos un evento sobre las posibilidades de estudiar o trabajar en Alemania. De aquella experiencias, por lo menos, un par de jóvenes se animó a emprender con ese desafío. Otro camino es trabajar de manera independiente. Ya son varios los graduados que conozco que se animaron a emprender sus propios negocios. Algunos de ellos se encuentran muy satisfechos. Quizá no sean millonarios. Pero he notado mucha satisfacción en ellos, pues, según sus palabras: son los dueños de su propio destino.
En esta entrada he mencionado únicamente dos posibles caminos. Hay muchos más. No hay que decepcionarse. Tenemos que confiar en nuestras habilidades y en nuestra capacidad de labrarnos nuestro propio destino.
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