Conocí a Rigoberto cuando el siglo XX estaba por cerrar su ciclo. Para esa fecha él se encontraba trabajando en una empresa llamada AMNET e impartía clases en la UES y en la UDB. Luego se cambió de trabajo y empezó a trabajar para una empresa que daba acceso a Internet a empresas mediante enlaces inalámbricos de alta velocidad. No mucho tiempo después se despidió de nosotros. Se marchó a USA a realizar sus estudios de doctorado. Durante la cena de despedida, no sé por qué razón, en algún momento de la conversación, nos comentó que dejaba un estupendo salario aquí en El Salvador por uno más reducido allá en Estados Unidos. Aquí en El Salvador, en el año 2000, llegó a cobrar los US$4,000.00 al mes. En USA su salario de estudiante de doctorado apenas superaría la mitad de lo que cobraba en El Salvador.
Hace poco más de un mes tuvimos a Rigoberto de visita en El Salvador. Vino a impartir un seminario sobre biometría. Durante uno de los recesos estuvimos hablando sobre el mercado laboral salvadoreño para los ingenieros. Nos comentó su reciente conversación con una importante gerente empresarial. Ella le comentó que aquel salario de hace 16 años ahora se pagaba, con suerte, a mitad de precio. Tanto se ha deprimido el salario de un ingeniero que en vez de incrementarse con el paso del tiempo se ha reducido con el transcurso del mismo. Ya no es extraño encontrarnos profesionales cobrando poco más de US$200.00.
Hay que reconocerlo: La segunda mitad de la década de los noventa y la primera mitad de la década de 2000 fue de expansión para muchas empresas del sector de tecnología. Había escasez de mano de obra cualificada y ésta se pagaba regularmente bien. El tiempo ha cambiado y el mercado laboral está muy deprimido. La oferta de empleos está muy superada por el número de profesionales que quieren acceder a puestos de trabajo. Esas dinámicas no deberían de ser ignoradas por nuestra facultad. La tradición ha sido que la universidad vive de espaldas a lo que sucede allá afuera. Y con ello nuestros graduados se ven indefensos para enfrentar los grandes retos por encontrar un empleo decente. Nuestros planes de estudios viven anclados al pasado.
Seguimos con el mismo esquema que dio origen a las carreras de ingeniería y de arquitectura, esquema que surgió en la década de 1960. Planes de estudios de 50 materias ya no tienen sentido. Ese tipo de plan de estudio tuvo su razón de ser en aquella época. Los tiempos han cambiado y así también debería cambiar el perfil del profesional graduado por nuestras universidades.
Seguimos con el mismo esquema que dio origen a las carreras de ingeniería y de arquitectura, esquema que surgió en la década de 1960. Planes de estudios de 50 materias ya no tienen sentido. Ese tipo de plan de estudio tuvo su razón de ser en aquella época. Los tiempos han cambiado y así también debería cambiar el perfil del profesional graduado por nuestras universidades.