domingo, 3 de junio de 2018

Romper el silencio

No recuerdo ya cuando conocí por primera vez la historia judía del rey David y Betsabé. He hecho un esfuerzo muy grande por recordar detalles de cuando fue que, por primera vez, conocí aquella historia. Quizá pudo haber sido en mi adolescencia cuando durante un par de años llegué a dedicar centenares de horas al auto estudio de la biblia. O quizá en mis clases de inglés donde llegamos a utilizar libros religiosos para aprender ese idioma. No lo sé. No lo recuerdo. Tampoco recuerdo mi reacción inicial. Si recuerdo que en las clases de inglés ya era más crítico con lo que leía. 

Aquella historia de abuso de poder, de mentiras, de violación y de crimen se encuentra muy suavizada en la biblia. Su perpetrador el rey David llegó incluso a redimirse con la escritura de un salmo. El salmo 51 es todo una oración al arrepentimiento. Sin embargo, la maldad del rey nunca fue reparada.

El rey David observa a Betsabé mientras se baña.

Hoy, esta mañana me encuentro nuevamente con el relato de esta historia. Esta vez relatada por el periodista y escritor judío Amoz Oz. Su enfoque es diferente. Para este periodista la historia de David y Betsabé es el ejemplo milenario de la tradición judía de no callarse, de romper el silencio, de disentir,  de ir con la verdad por delante y de no ser cómplice de la decadencia moral: "(...) en la nación judía siempre ha habido muchos valientes dispuestos a romper el silencio y a luchar para curar la degeneración moral y denunciar las distorsiones sociales y las injusticias." 

Según la tradición judía fue el profeta Natán quien denunció y estableció, "el ejemplo por antonomasia de lo que es romper el silencio, y de cómo ensució la fama del rey David, el autor de los salmos, el antepasado del futuro Mesías." Natán no tuvo miedo de llamar a la injusticia por su nombre.

Para Amoz Oz el valor de saber romper el silencio es una de las claves de la supervivencia del pueblo de Israel. Romper el silencio requiere de fortaleza moral y ésta no es un bien meramente decorativo. La fortaleza moral es indispensable para el progreso de una  sociedad, pues, de lo contrario su decadencia se hace más inminente. La persona que rompe el silencio de la complicidad hace un trabajo similar al médico "que abre un absceso y extrae el pus, para que no se extienda ni contamine todo el cuerpo." 

Sin menospreciar a aquellos que guardan silencio por mantener una supuesta armonía, una sociedad que busque desarrollarse no debe caer en la trampa de la complicidad y la decadencia moral.

viernes, 1 de junio de 2018

Moción de censura

El día de ayer tuve la oportunidad de ver una escena casi inédita dentro de un órgano de gobierno de mi lugar de trabajo. El que se le pidiera rendir explicaciones a un funcionario corrupto. Nada anormal en una sociedad avanzada y, sin embargo, muy atípico en las sociedades menos desarrolladas. Pedir explicaciones, exigir rendir cuentas, solicitar transparencia, todo estas cuestiones básicas para mejorar la convivencia laboral y social son casi, en su totalidad, ajenas a nuestro día a día. El funcionario corrupto en cuestión se vio sorprendido, para él, quien no es capaz de diferenciar un viaje oficial de un viaje de placer, el ser interpelado era un mero acto de insensatez. Un mero acto de insubordinación: Una celada preparada por sus rencorosos enemigos. 

Paralelamente entre el día de ayer y hoy cayó el gobierno de España, cayó como producto de una moción de censura. Cayó por que, en los parlamentos avanzados, se puede emplazar a quien detenta el poder. Si la actuación del gobierno ya no cuenta con los suficientes apoyos pues se le reemplaza. Una premisa básica de control político. El partido de gobierno fue encontrado culpable de corrupción y perdió el apoyo del parlamento. El control político hizo lo demás.

Fotografías de los políticos protagonistas de la moción de censura en España.

La convivencia social debe de gozar de herramientas de control social. Las herramientas más básicas de control social son el exigir rendición de cuentas, el poder hacer preguntas a los funcionarios y la transparencia de todos los procesos de la administración pública. Los funcionarios solo deben de sujetarse a ese mecanismo. 

En el caso de la caída del gobierno español el presidente interpelado reconoció como un gran señor su situación, felicitó a su adversario y se despidió del gobierno. Toda una lección de civilidad. 

Por el contrario, lo que presencié el día de ayer fue todo lo contrario. El funcionario emplazado despotricó de todo, lanzó una perorata de proporciones épicas y, para su propia verguenza, se convirtió asimismo en blanco del escarnio público. Mucho tendremos que aprender en el camino de convertirnos en una sociedad avanzada. Lo más básico es saber dar una respuesta. Ahí tenemos mucho trabajo que realizar. Los funcionarios deben de ser conscientes de que están sujetos al control ciudadano y que no escapan a las normas más básicas de control social.

sábado, 5 de mayo de 2018

La denuncia

El día de ayer discutíamos mi mujer y yo un libro que ella recientemente ha empezado a leer y que yo leí hace ya unos tres lustros. Fue una de esas pocas ocasiones donde he podido presumir de haber leído algo que ella no ha leído aún. Llevo ya varios años sin reencontrarme con la disciplina del lector de literatura. El libro era el archipiélago GULAG de Aleksandr Solzhenitsyn. En él se cuenta el sistema carcelario ruso, durante el periodo comunista. El autor se representa como el depositario no solo  de su propia experiencia personal sino de muchos, muchísimos, relatos contados por las víctimas. Su primer capítulo lo titula el arresto. En él se recrea describiendo el estado catatónico, la perplejidad extrema, el fogonazo cegador, con el que las víctimas reciben la noticia de su detención. Es un error! Todo se aclarará! exclaman. Sin embargo su suerte estaba echada. 

Portada del libro, Archipiélago GULAG.

Solzhenitsyn realiza un análisis introspectivo de la sociedad rusa y de como llegó a alcanzar un estado de resignación, un ambiente general de perdición irremediable. Se impuso la idea de que era imposible cambiar nada. El ciudadano ruso se convirtió en un manso cordero, a merced del poder implacable del estado. Casi todos se comportaron como cobardes, impotentes y desorientados. Confiaban en un desenlace feliz, temerosos, si denunciaban, de comprometer su suerte.

Nuestra discusión nos llevó a realizar un paralelismo con la sociedad salvadoreña, donde en general la gente no se queja, no denuncia, no emplaza al estado y a sus funcionarios. Denunciar no es sencillo. Denunciar no solo es quejarse por los pasillos o en las cafeterías. Denunciar significa un cambio de actitud, pues, la acción de denuncia busca marcar distancia con patrones establecidos de conducta. El denunciante señala actos que la misma sociedad ha calificado como inapropiados. Expuesto a la opinión de la sociedad y a sus instituciones el denunciado debería rectificar su comportamiento. Ese mecanismo de control social se traduciría en una sociedad que evoluciona de una manera adecuada en el camino de resolver sus problemas.

En la sociedad salvadoreña hay un componente que desalienta a los pocos que se atreven a dar el paso de denunciar. Las instituciones del estado. La denuncia debe ser administrada por instituciones fuertes e imparciales, capaces de imponer el sentido común y de administrar correctamente los procesos. Unas instituciones débiles son fácilmente manipulables por el poder. La fragilidad institucional alienta el abuso, la corrupción y la impunidad. 

Sin embargo, mientras no existen esas instituciones fuertes se requerirá de personas honorables, valientes y hasta ingenuas que se atrevan a ir contra los patrones corruptos de conductas. Esas personas serán siempre de mi admiración. A ellos les adeudaremos que esta sociedad sea un mejor lugar para vivir y par convivir.   






sábado, 28 de abril de 2018

Ay Nicaragua, Nicaragüita.

Fueron muchos meses, durante mi época de estudiante de doctorado que, al mediodía, camino de la universidad a casa pasaba por la biblioteca. Era una operación que me llevaba poco tiempo, recoger un disco compacto con música que previamente solicitaba desde la comodidad de la computadora de mi laboratorio. La música la reproducía en casa, mientras cocinaba y, luego, engullía mi almuerzo. La biblioteca de la Universidad Carlos III de Madrid además de libros tenía muchísimos servicios. Una refinada e inmensa colección de música, películas, prensa escrita internacional y una enorme cantidad de bases de datos de revistas. El descubrimiento de la biblioteca de música en formato de disco compacto fue maravilloso. Esos mediodías fueron de mucho aprendizaje musical.

Pete Seeger, porta del album Pete (fuente)

Uno de los cantautores que recuerdo de aquella época fue Pete Seeger. Le recuerdo porque me sirvió para dar a conocer, entre mis amigos, a otros grandes de la canción protesta, muy conocidos en Centroamérica pero poco conocidos a nivel global. En uno de sus discos Pete interpretó a muchos autores globales, italianos, portugueses, americanos y, entre ellos, un nicaragüense. En ese disco estaba incluida una canción de Carlos Mejía Godoy. Era la canción El Cristo de Palacaguina. La interpretación es malísima, parece que fue grabada en un concierto en vivo. También, al cantar en español que no es su lengua nativa el ritmo de la canción parece ir a trancazo.

Lo que hace especial esa interpretación es que Pete se entretiene en narrar que esa canción le costó el exilio a Carlos Mejía Godoy. En ese momento el pregunta a la audiencia: 'You may wonder? What's wrong?' El mismo responde y dice que la respuesta está en la tercera estrofa de la canción.

María sueña que el hijo, igual que el tata sea carpintero
pero el cipotillo piensa: Mañana quiero ser guerrillero.

Nicaragua tiene en Carlos Mejía Godoy a un grande de la canción protesta. Su distancia con el matrimonio Ortega-Murillo es muy evidente, de tal suerte que prohibió al régimen utilizar sus canciones. Pero Carlos no solo es un grande de la canción sino también hombre de principios. Es fácil sucumbir y endulzar el oído al poder. Pero Carlos no es de los que se pliegan al poder, su integridad no fue, no es, ni será fácil de doblegar.

Hoy es el turno de los jóvenes que ya no sienten ningún vínculo con el régimen Ortega-Murillo. Ellos nos están dando lecciones de dignidad y de moral. El precio que están pagando es enorme. Muchos muertos a manos del tirano. Les deseo lo mejor hermanos nicaraguenses, espero encuentren una salida rápida y pasen pronto página en estos aciagos momentos.




sábado, 14 de abril de 2018

Rock, Misiles y la Guerra en Siria

Fue durante mi segunda estancia en Madrid que, durante mis estudios de doctorado, quise hacer un regalo a mis amigos más cercanos. Un regalo que llevase un poco de mi toque personal que, claro, no costase mucho dinero. Por aquellas fechas me había dado por escuchar música de protesta anglosajona, esto a raíz de un artículo de periódico que leí y que decía que ese género se encontraba de capa caída. Decidí regalar un disco donde pudiese compartir canciones que consideré de cierta calidad. La labor me llevó varios días. Al mismo tiempo, por primera y única vez, utilicé una de herramienta de descarga de música llamada eMule. Nunca fui ni nunca he sido aficionado a las aplicaciones de descarga e intercambio de archivos 'P2P', por miedo a contagiarme con virus informáticos.   

Test launch of LGM-118 Peacekeeper Intercontinental ballistic missile by United States Air Force [Source: Wikipedia]

Dentro de mi selección incluí una canción que, en mi interpretación, hablaba de un misil nuclear transcontinental llamado peacekeeper. Sin embargo, su autor, Lindsey Buckingham de la banda Fleetwood Mac, en repetidas ocasiones dijo que la letra de peacekeeper no tienen nada que ver con temas de política y cuestiones bélicas globales pero que, contradiciéndose, se acerca ligeramente a la propaganda. Es decir las letras son ambiguas, como el arte mismo, sujeto a la interpretación del que escucha. Ahí la genialidad del autor. El fragmento inicial de la canción es muy sugerente: 

We make all of our suns the same
Everyone will suffer the fire we've made
They all explode just the same
And there's no going back on the plans we've laid

El plural de sol, puede interpretarse como el destello de una explosión nuclear. Luego, continua con el 'todos sufrirán el poder de nuestro fuego', pues, 'todos explotan de la misma manera'. La primera estrofa cierra con que una vez desatado no hay marcha atrás. La segunda estrofa es igual de perturbadora:
Peacekeeper, take your time
Wait for the dark of night
Soon all the suns will rise
Peacekeeper, don't tell why
Don't be afraid to fight
Love is the sweet surprise

Toma tu tiempo, espera la oscuridad de la noche y los soles muy pronto aparecerán. Esas tres primeras líneas, además de perturbadoras, en un contexto como el bombardeo de Damasco, Siria, trastornan la belleza de la canción y la convierten en muchísimas cosas a la vez: propaganda, denuncia, sarcasmo, sorna y una burla de lo que el ser humano entiende por paz y amor. 

Mi regalo gustó a varios. No recuerdo que haya habido alguno que reparara o tuviera curiosidad por peacekeeper. La canción es hermosa y a la vez perturbadora. La mayoría prefirió disfrutar su pegajosa armonía y no pensar en peacekeeper como un programa de misiles de la era de Ronald Reagan. 

lunes, 15 de enero de 2018

Sobre diodos y sobre la muerte de dos colegas

Hay algo fascinante en la luz que emiten los LED (del inglés, Light Emitting Diode). Estos están hechos de material semiconductor que emiten luz cuando se les aplica la tensión adecuada. La luz emitida es simplemente el producto de la liberación de energía fotónica. Sin importar su edad, son pocos los seres humanos que no se sienten atraídos por el rojo intenso de un LED. En las escuelas y en las universidades aún se enseña a tener respeto por el momento de encender uno de estos dispositivos. Y con razón, para muchos el momento del encendido es casi equiparable al de una epifanía. Para escolares y para universitarios interesados en temas tecnológicos ese primer momento representa el control sobre la naturaleza, la domesticación de la electricidad. El encendido y el apagado con nuestras propias manos representa la reducción, la subyugación a nuestra voluntad de las fuerzas que mueven el mundo.


Es parte de la naturaleza humana el plantearse retos y luchar por conseguirlos. A los que alcanzan las hazañas se les venera, se les tiene como héroes. Se les considera seres humanos excepcionales. En las universidades que hacen honor a su nombre existe una lucha incesante por ir siempre más allá, vivir siempre en la frontera y tratar de extenderla. Cuando se tiene interés por las ciencias y por la técnica es normal soñar con vivir en frontera, explorar los límites de nuestras habilidades. Fue en el marco de esa lucha por conseguir lo que nadie ha conseguido que conocí al "moreno". 

Desde mi perspectiva de estudiante de primeros años, "el moreno" era un estudiante de mito, pues, como en una carrera de obstáculos había sorteado a los profesores más mal intencionados de la carrera de ingeniería eléctrica. Al igual que hoy, en aquellos años había muchas leyendas urbanas, algunas falsas y otras no tanto, sobre profesores que actuaban de mala fe y que reprobaban estudiantes por deporte.  El moreno ya lo había superado todo. Se encontraba en la etapa final de su carrera que le exigía la construcción de una matriz de puntos para un tablero de anuncios. Es decir una matriz de LED, capaz de anunciar cualquier cosa que se le programara.

Ahora esas matrices se les puede ver casi en cualquier sitio. Incluso, los diputados de la Asamblea Legislativa de El Salvador les tienen como adorno en su asiento parlamentario. Pero a principios de la década de 1990 construir un rótulo LED era una tarea muy complicada. Como sucede hoy, trasladarle esa responsabilidad a un estudiante de universidad era casi un acto de irresponsabilidad. Esa temeraria apreciación se fundamenta en el hecho de que para delegar una tarea a un estudiante se le debe de dotar de las herramientas adecuadas y del asesoramiento necesario. Ninguna de aquellas le fue provista a "el moreno". Y sin embargo, le hizo frente al reto. Construir la matriz de puntos le llevó 18 meses. Así, uno de los estudiantes más brillantes de su generación, extendía en dos años su estancia en la universidad, totalizando nueve.

No sé si la generación de "el moreno" es ahora consciente de lo arcaico que es nuestro sistema universitario, donde para obtener un título de ingeniero hay que invertir de media una década en los estudios. Pero de lo que si estoy seguro es que gente como "el moreno" quedaron llenos de orgullo por el trabajo realizado como estudiantes de universidad. Los retos no le amilanaron. Fueron estudiantes de frontera, viviendo al limite de los desconocido. Sufrían de vértigo pero no por ello desistían en su lucha por alcanzar el objetivo. Su tablero LED fue un dispositivo fascinante. Más temprano que tarde su trabajo envejeció y, como sucede con la mayoría del trabajo desarrollado en nuestras universidades, rápidamente pasó a formar parte de la chatarra que circula por los laboratorios de ingeniería eléctrica.

El sábado 13 de enero de 2018 te encontró la muerte. Te encontró a tí y dos personas más, entre ellos otro colega, Saúl. Una gran tragedia. Ambos fueron grandes seres humanos. Descansen en paz.