sábado, 28 de abril de 2018

Ay Nicaragua, Nicaragüita.

Fueron muchos meses, durante mi época de estudiante de doctorado que, al mediodía, camino de la universidad a casa pasaba por la biblioteca. Era una operación que me llevaba poco tiempo, recoger un disco compacto con música que previamente solicitaba desde la comodidad de la computadora de mi laboratorio. La música la reproducía en casa, mientras cocinaba y, luego, engullía mi almuerzo. La biblioteca de la Universidad Carlos III de Madrid además de libros tenía muchísimos servicios. Una refinada e inmensa colección de música, películas, prensa escrita internacional y una enorme cantidad de bases de datos de revistas. El descubrimiento de la biblioteca de música en formato de disco compacto fue maravilloso. Esos mediodías fueron de mucho aprendizaje musical.

Pete Seeger, porta del album Pete (fuente)

Uno de los cantautores que recuerdo de aquella época fue Pete Seeger. Le recuerdo porque me sirvió para dar a conocer, entre mis amigos, a otros grandes de la canción protesta, muy conocidos en Centroamérica pero poco conocidos a nivel global. En uno de sus discos Pete interpretó a muchos autores globales, italianos, portugueses, americanos y, entre ellos, un nicaragüense. En ese disco estaba incluida una canción de Carlos Mejía Godoy. Era la canción El Cristo de Palacaguina. La interpretación es malísima, parece que fue grabada en un concierto en vivo. También, al cantar en español que no es su lengua nativa el ritmo de la canción parece ir a trancazo.

Lo que hace especial esa interpretación es que Pete se entretiene en narrar que esa canción le costó el exilio a Carlos Mejía Godoy. En ese momento el pregunta a la audiencia: 'You may wonder? What's wrong?' El mismo responde y dice que la respuesta está en la tercera estrofa de la canción.

María sueña que el hijo, igual que el tata sea carpintero
pero el cipotillo piensa: Mañana quiero ser guerrillero.

Nicaragua tiene en Carlos Mejía Godoy a un grande de la canción protesta. Su distancia con el matrimonio Ortega-Murillo es muy evidente, de tal suerte que prohibió al régimen utilizar sus canciones. Pero Carlos no solo es un grande de la canción sino también hombre de principios. Es fácil sucumbir y endulzar el oído al poder. Pero Carlos no es de los que se pliegan al poder, su integridad no fue, no es, ni será fácil de doblegar.

Hoy es el turno de los jóvenes que ya no sienten ningún vínculo con el régimen Ortega-Murillo. Ellos nos están dando lecciones de dignidad y de moral. El precio que están pagando es enorme. Muchos muertos a manos del tirano. Les deseo lo mejor hermanos nicaraguenses, espero encuentren una salida rápida y pasen pronto página en estos aciagos momentos.




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