viernes, 1 de junio de 2018

Moción de censura

El día de ayer tuve la oportunidad de ver una escena casi inédita dentro de un órgano de gobierno de mi lugar de trabajo. El que se le pidiera rendir explicaciones a un funcionario corrupto. Nada anormal en una sociedad avanzada y, sin embargo, muy atípico en las sociedades menos desarrolladas. Pedir explicaciones, exigir rendir cuentas, solicitar transparencia, todo estas cuestiones básicas para mejorar la convivencia laboral y social son casi, en su totalidad, ajenas a nuestro día a día. El funcionario corrupto en cuestión se vio sorprendido, para él, quien no es capaz de diferenciar un viaje oficial de un viaje de placer, el ser interpelado era un mero acto de insensatez. Un mero acto de insubordinación: Una celada preparada por sus rencorosos enemigos. 

Paralelamente entre el día de ayer y hoy cayó el gobierno de España, cayó como producto de una moción de censura. Cayó por que, en los parlamentos avanzados, se puede emplazar a quien detenta el poder. Si la actuación del gobierno ya no cuenta con los suficientes apoyos pues se le reemplaza. Una premisa básica de control político. El partido de gobierno fue encontrado culpable de corrupción y perdió el apoyo del parlamento. El control político hizo lo demás.

Fotografías de los políticos protagonistas de la moción de censura en España.

La convivencia social debe de gozar de herramientas de control social. Las herramientas más básicas de control social son el exigir rendición de cuentas, el poder hacer preguntas a los funcionarios y la transparencia de todos los procesos de la administración pública. Los funcionarios solo deben de sujetarse a ese mecanismo. 

En el caso de la caída del gobierno español el presidente interpelado reconoció como un gran señor su situación, felicitó a su adversario y se despidió del gobierno. Toda una lección de civilidad. 

Por el contrario, lo que presencié el día de ayer fue todo lo contrario. El funcionario emplazado despotricó de todo, lanzó una perorata de proporciones épicas y, para su propia verguenza, se convirtió asimismo en blanco del escarnio público. Mucho tendremos que aprender en el camino de convertirnos en una sociedad avanzada. Lo más básico es saber dar una respuesta. Ahí tenemos mucho trabajo que realizar. Los funcionarios deben de ser conscientes de que están sujetos al control ciudadano y que no escapan a las normas más básicas de control social.

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