El día de hoy recibí la triste noticia del fallecimiento de un antiguo compañero de clase. Uno de los estudiantes más brillantes que he conocido. Y sin embargo, no llegó a acabar la carrera. En su camino se interpuso una de las asignaturas del séptimo ciclo de la carrera de ingeniería eléctrica. Vino a San Salvador desde el campus de San Miguel, después de acabar allá sus dos primeros años de estudio. Era originario de Sesori y aquí en la capital de este país demostró unos grandes dotes de programador. Pocos le entendimos y menos aún le entendió su universidad. Los estudiantes capitalinos que tuvimos por compañeros se burlaban de él con escarnio.
Edwin Chávez, Sesori, San Miguel- San Salvador (2016).
Hay una leyenda urbana que se propaló entre nosotros y que aún me hace gracia. Aquella leyenda dice que siendo nosotros estudiantes de cuarto año, este compañero y yo, protagonizamos un combate cuerpo a cuerpo, al estilo de la WWE (World Wrestling Entertainement). Sé quién originó aquél bulo. Y aún pasados ya tantos años me parece inconcebible la capacidad del ser humano de inventar historietas. Edwin, como se llamaba mi compañero, contribuyó a construir una librería de funciones en lenguaje C que luego utilizaría en mi trabajo de graduación. Ese código era capaz de comprimir y descomprimir imágenes en un formato utilizado por la industria internacional de aquella época. El liberó aquél código cuando el concepto de software libre no aparecía siquiera en muchas universidades de primer nivel. Así fue Edwin, obsesionado con sus temas. Descuidado con las asignaturas. Incomprendido por sus compañeros y por sus profesores.
Entiendo que su muerte ha sido por causas naturales. Su partida me produce sentimientos encontrados. Un tipo brillante, su perfil de LinkedIn era envidiable. Un genio de la informática y las telecomunicaciones que no terminó la carrera, simplemente porque nuestras universidades no están preparadas para encausar tanta energía y tanta pasión por aprender.
Descansa en paz Edwin. Nuestro verdadero combate cuerpo a cuerpo aún está pendiente. Aún no sé si éste se llevará acabo en el cielo o en el infierno.
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