jueves, 25 de mayo de 2017

Modo "survivor"

Esta semana publiqué en redes sociales un pequeño extracto de una conversación que mantuve con un estudiante, en relación a una actividad académica. Y con ello prendí la mecha en el 'face'. No hubo nada extraño en aquella conversación. Simplemente, reflejó las normas con las que se sobrevive en la universidad. Normas que, como sociedad, nosotros hemos aceptado como válidas. Parte de nuestro código genético. A eso lo he bautizado con el nombre de modo 'survivor'. A continuación el breve fragmento que publiqué en redes sociales:

---¿Porqué tengo mal la solución a mi ejercicio?, preguntó con asombro el alumno.
---¿Porqué cree usted que su solución es correcta?, respondió retóricamente el profesor.
---Pues, porque yo conseguí la solución de alguien que tuvo 10 en el examen donde estaba el ejercicio. Y, además, nadie más pudo hacerse con ese examen excepto yo---respondió con cinismo el alumno.

Hacer trampa es algo que va en el ADN del ser humano. En algunas sociedades el problema se combate con rigor. En otras el problema se degenera hasta ser causa de verguenza nacional. Eso le pasó a India cuando se hizo viral una fotografía de padres escalando paredes. De manera descarada, arriesgando sus vidas, interfirieron en el examen de sus hijos. 

En India, padres y parientes escalan las paredes de un edificio para dar copia a estudiantes.

Copiar tareas, copiar reportes de laboratorios, copiar exámenes. Todo vale con tal de obtener el añorado seis, nota que define el aprobado del reprobado. Bajo el modo 'survivor' se pierde la verguenza, se desprecia el conocimiento y se ignora el valor que produce el trabajo honesto. En suma se desnaturaliza a la institución llamada universidad.

Pero el modo 'survivor' no es responsabilidad de los estudiantes. Todos contribuimos a él. La sociedad misma ha adoptado esa norma y la alienta. Cuando, por ejemplo, se sobrecarga a los estudiantes con evaluaciones, le metemos en un callejón donde él llega a creer que la única manera de salir es haciendo trampa. Cuando, un profesor, no sabe identificar un trabajo modesto pero honesto de uno ostentoso pero plagiado se desalienta y se desmotiva la cultura del trabajo. 

Dentro del incendio causado por mi publicación quise expresar esta idea. Sin embargo, mi razonamiento fue rápidamente ahogado. Había muchos pirómanos con el único deseo de ver arder el lugar. El problema trasciende a profesor bueno alumnos malos o, viceversa, profesor malo alumnos buenos. Es mucho más complejo. Pero si algo debe orientarnos a encontrar nuevas normas de conducta sería el buscar formas de dar valor al trabajo honesto. Eso debería de ser nuestro norte.  

jueves, 18 de mayo de 2017

Justicia

Creo que son muchas ya las personas que me habrán oído decir que el 'acceso a la justicia está para aquél que pueda pagarla'. Es muy difícil que un pobre pueda acceder a la justicia. La pobreza priva al pobre de capital social, capital cultural y capital económico.

El capital social lo representa esa red de contactos que nos provee nuestro tejido social, nuestro entorno de amigos y conocidos. Esa red de contactos nos permiten acceder a información que posibilita saber donde y como presentar nuestros alegatos. Provee información valiosa sobre a qué instituciones acudir y los términos en los que se reclama la justicia. Es casi imposible que un pobre cuente con un tejido social de apoyo. Son muy pocos los casos donde una ONG o una institución altruista se encarga de suplir esa carencia inherente a una persona de escasos recursos.


El capital cultural está muy ligado al grado de educación que haya alcanzado el individuo. Mejores niveles de educación permiten que aquellos que solicitan justicia puedan expresar adecuadamente sus casos, ya sea de forma oral o escrita. Existe una correlación directa entre pobreza y educación. Mayores niveles de pobreza se corresponden directamente con grandes carencias de educación formal. Con poca o ninguna educación resulta casi imposible que un individuo presente su caso ante la justicia. Y con ello estos ciudadanos se ven privados de los beneficios que si obtienen aquellos que tienen mayores niveles de educación.

Por último el capital económico es el factor más determinante. La mayor parte de las veces el acceso a la justicia requiere de pagar los servicios de profesionales del derecho. Aunque los honorarios legales no sean excesivos, un individuo con altos niveles de pobreza tendrá muy difícil, por no decir imposible, el acceso a la justicia.

Una sociedad democrática e igualitaria debe imponerse el reto de hacer de la justicia asequible para todos sus ciudadanos. Incluyendo a aquellos que la vida les puso en una situación de pobreza.

lunes, 8 de mayo de 2017

Día de nervios, día de examen (Facebook al rescate)

Ayer estuve pendiente casi todo el día de FaceBook. Utilizando una de las herramientas de esa red social he intentado crear una dinámica diferente de enseñanza-aprendizaje, que requiere, por su puesto, mayor implicación del profesor y el de romper algunas barreras por parte de los alumnos. Desde hace ya algún tiempo los estudiantes vienen utilizando la opción de grupo cerrado de esa red social como herramienta de intercambio de información. Mi idea ha sido aprovechar ese espacio. El profesor puede ocupar en él un lugar importante. Para ello, hay que estimular una cultura diferente, donde el alumno abiertamente se atreva a preguntar a todos los participantes. Deben ser activos ya sea formulando más preguntas o respondiendo con generosidad las ya realizadas.


Si se quiere la nueva dinámica consiste en extender la tradicional consulta. Ya no sujeta a una hora y a un lugar, con un número limitado de participantes. Sino que, por el contrario, se suben preguntas a cualquier hora, desde cualquier lugar y teniendo como participantes a todos los miembros del grupo. 

Aquello se oye sencillo pero no lo es. Por una parte, requiere que el profesor esté más disponible para ir dando respuesta a las preguntas que vayan surgiendo. Lo que requiere participar de la red durante las noches o durante los fines de semana. Por otra parte, los estudiantes deben de ser más activos. Tomando como referencia el fin de semana recién finalizado noté que menos del diez por ciento participó directamente del grupo. Ese pequeño grupo formuló preguntas, subió esquemas y ofreció respuestas a preguntas que otros compañeros hicieron en relación al material de examen. Por parte del profesor, se requiere que haga un esfuerzo en contestar todas las preguntas de una manera adecuada de tal manera que su respuesta siga estimulando la participación. Dar ese tipo de respuestas requiere de habilidades desconocidas para un docente tradicional, pues, el profesor deja su posición de autoridad y tiene que convertirse en un participante más. Que además transmite la sensación de servicio, de querer ayudar y de ofrecer al grupo la percepción de apoyo.

Ya veremos los resultados de este experimento. Resultados que serán material de otra entrada.